Un Sábado por la
tarde Vera decidió pasear por las calles del barrio. De repente, se encontró
con una vecina en la puerta de una tienda del pueblo e inmediatamente se le
ocurrió hacerle una travesura. Miro muy disimuladamente a sus alrededores y vio
que en un tronco de un árbol se encontraba la inscripción grabada de dos
iniciales “ Y y K” rodeadas de un corazón.
-Buenos días, señora Hunday ¿Cómo
se encuentra esta mañana?
-Buenos días, Vera. ¿Qué te trae
por aquí?¿Acaso quieres unas galletas recién sacadas del horno? respondió
dulcemente
-En verdad no, vengo para advertirle
que las malezas que habitan en la oscuridad del bosque vienen en busca de su
pastelería y muy poco después de usted, señora. aseguró Vera con un lenguaje cortante y silencioso.
-¿Por qué me dice eso, señorita?
¿Acaso es una broma?
-Se lo advierto señora Hunday, tome
todas las precauciones que pueda. Susurró misteriosamente.
_Pero de que se tratan esas
“Malezas” de las que tanto háblas? La señora Hunday ya no se lo estaba tomando
en serio.
-En una tierra muy lejana hace
muchos años atrás, vivían un matrimonio japoneses muy adorables. Ella se
llamaba Yumiko y él, Kazuki. Un día el ejército de los ”Dragones
Rojos” traslado a Kazuki para ser sacrificado para
que Hikaru los bendijiera. Ellos tenían
la religión que ordenaba sacrificar una
vez por año a un hombre y a una mujer, para que Dios Hikaru los bendijiera.
-Es muy adorable tu historia, querida,
pero, ¿Qué tiene que ver esto con las”malezas” que me atacaran?
-Usted solo aguarde, señora. Afirmo
Kazuki.
fue sacrificado fue asi que Yumiko acabo viuda. Cada día que pasaba era un
sufrimiento para ella, de esa manera termino siendo una psicópata. Cuando murió,
su cadáver fue enterrado en este mismo bosque. Su alma todavía ronda por su
flora y cada persona que se atreva a pasar por ahí,morirá.
-¡Pero eso es imposible! No debe
tener nada que ver con los accidentes que pasaron en el bosque el otro día, ¿O
si? Preguntó ya con un inmenso terror la señora Hunday.-Yo siempre paseo por
ese bosque en busca de elementos para mis postres y nunca me a pasado nada. Es
verdad que vi sombras y cosas extrañas pero… ¡Arrgg estoy
enloqueciendo!¡Gracias, Vera, por advertirme. Jamás volveré a ir a ese bosque!¡Jamás!
Fue así que la
señora Hunday se encerró en su casa y jamás salió de allí. Nadie sabe por qué enloqueció,
solo la traviesa de Vera, que buscaba divertirse un sábado por la tarde.
Bien, Luciana. Todavía hay algunos errores menores pero está mucho mejor.
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