jueves, 30 de agosto de 2012


El viaje inesperado

Estábamos Amelio, Cruz, Jacob y yo andando en el colectivo con nuestros compañeros y profesores. Estábamos en camino a Rosario para estudiar el lugar y pasar siete días allí.

 El paisaje en donde estábamos pasando era medio extraño, hasta yo podría decir que nos habíamos perdido ya que leo muchos mapas y  libros de supervivencia. El lugar era muy escaso de arboles y vegetación, se podría decir que era como un desierto de barro y tierra. Para colmo, el clima no ayudaba estaba cayendo gotas ni muy gruesas ni muy finas y había una inmensa cantidad de niebla.

De repente, un policía nos frenó y nos dijo:

“Está prohibida la entrada a toda persona que no traiga el pasaporte para cruzar”

Obedecimos pero, ¿a dónde iríamos si no podemos seguir adelante? El profesor me mando a mí a consultarle al jefe de turismo.

Sobe, baje y pregúntele a aquel jefe de turismo en dónde estamos y cómo continuar nuestro camino.

Asentí y fui a preguntarle

Hola, señorexclamé asustado porque ese hombre era muy grande y no parecía de buen humorMire, yo y mis compañeros estamos yendo hacia Rosario y necesitamos pasar para continuar con nuestro camino.

— ¿Rosario? ¡Pero por favor! ¡Estamos en Tierra del fuego!Respondió el hombre como burlándose de mi.

¿Y hay algún mapa para darnos y así volver a nuestro viaje?

Aquí no hacemos mapas ni los importan; en otras palabras, no existen los mapas aquí.

Con esa última respuesta que recibí, fui al micro  y mientras caminaba recordé que el chofer se hacía el superior y no había traído ningún mapa, tampoco los profesores.

Le conté lo que me había dicho  el jefe de turismo al profesor, que fue el primero que miró al chofer y este se  sonrojó.

Miren, chicos y profesores, no pierdan la calma, estamos en Tierra del Fuego y no tenemos un mapa, descansaremos aquí en este pueblito hasta que encontremos una manera de volver. Fórmense en grupos de a cuatro para dormir en las cabañas.

Me pareció algo ilógico decir que mantuviéramos la calma y que después nos dijeran que no teníamos forma de volver pero ese no era  el punto, el punto era que encontráramos la forma de salir de ahí.

Me agrupé con Amelio, Cruz y Jacob y empezamos a seguir a la profesora Collins que es la que nos daría la cabaña. La cabaña que nos tocó era la veintitrés, tenía cuatro camas de madera no muy cuidadas, muy poca luz, el piso estaba todo roto y astillado, y el espacio que había era diminuto. En resumidas cuentas, no era muy acogedora.

Eran las diez de la noche y todavía seguía lloviendo, nosotros estábamos planeando un escape de este lugar.

¿ y si pedimos un mapa prestado? dijo Jacob

       No existen los mapas aquíle respondí de mala manera pues se me estaba agotando la paciencia.

       Descansemos, mañana veremos qué hacer, yo creo que algo se nos va a ocurrirdijo Cruz

       Me parece una buena ideaexclamó Amelio que, por como respondió, se notaba que tenia ganas de acostarse.

Y así fue, nos acostamos y descansamos hasta la mañana siguiente.

Me desperté muy sobresaltado porque se me había ocurrido una idea maravillosa. ¡Yo dibujaba mapas y los tenía en mi mochila en este mismo lugar! Corrí hacia el micro lo mas rápido que pude ¡y estaban ahí! Se los mostré al profesor.

¡Sobe! ¿En donde los has conseguido?

Yo los dibujo tal cual como es un mapa de verdadle dije para convencerlo de que los usara

¡Nos has salvado! ¡Sobe nos ha salvado!gritó por todo el lugar

Así despertó a todos los estudiantes y los profesores, gritando mi apellido.

Subimos al micro y nos fuimos, pero nos fuimos en dirección contraria a la que íbamos la primera vez. Fuimos a Buenos Aires otra vez y no a Rosario porque, como tuvimos tantas aventuras intentando resolver cómo irnos, la verdad a nadie le daba ganas de que sucediera lo mismo.

 

 

 

 

 

 

2 comentarios: